viernes, 12 de junio de 2009

Cuando se congela el alma


Un día deprimente, merece una noche deprimente y nada mejor para las noches frías y grises que una taza de chocolate caliente. No será jamás los brazos de esa persona que quieres que te abrace, tampoco será la llamada que esperas, no serán los labios que revivan los tuyos, ni ese solo de guitarra que saca la ira que te consume. Pero al menos puede calentar tus manos y derretir un poco el maldito frío que te congela la garganta e irrumpe la calma de tu alma.

Yo no contamino mi chocolate con ningún tipo de azúcar porque me gusta el sabor cálido y violento que tiene, porque aunque amargo a veces calienta más que los brazos de algunos "amigos" y a veces reconforta más que el mal intencionado "te amo" de quien no lo siente.

Amo el chocolate aunque mas de una vez me haya quemado un poco los labios y la lengua, amo el chocolate porque no es ingrato, porque no habla, no tiene reclamos ni reproches, ni siquiera comentarios. Amo el chocolate porque no pide disculpas y no lo hace porque nunca te falla, porque la culpa de quemarme la tengo yo.

Por eso es que en una noche que ya se pone tan gélida y negra pronosticando un amanecer no muy diferente de lo que mas disfruto es de una sincera taza de chocolate y un par de galletas saladas.


2 comentarios:

S0y la Que No Buscas dijo...

Que rico, chocolate!!! XD

D de Daiann dijo...

que cierto, nada mejor que una taza de chocolate caliente para acompañar una noche fria de soledad. :)

saludooos !

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